Durante la época del Imperio español, surgen dos leyendas en Europa: una de ellas exalta los valores hispánicos con críticas positivas, mientras que la otra difunde una propaganda anti-española por todo el continente.
La leyenda rosa es defendida por numerosos autores pro-españoles de países como Inglaterra e Italia, que resaltan valores españoles como la astucia, la prudencia, el amor a la patria, etc., así como por los propios españoles, que exaltan la lengua, la cultura y la monarquía de Felipe II, que es considerado “pastor de Dios en la tierra”,
Sin embargo, la leyenda negra se fundamenta principalmente en relatos de viajeros, peregrinos, comerciantes, emigrantes, exiliados de la época y hasta en las mismas tropas españolas, pero se apoya, además, en hechos históricos como la expulsión de los moriscos y los judíos.
Esta leyenda negra surge en Europa debido a las numerosas guerras internacionales que mantenía el Imperio y que lo convertían en un enemigo potencial para todos los países cuya religión no era la defendida por éste (la religión católica), es decir, para los protestantes, luteranos, anglicanos o calvinistas de Inglaterra, Holanda, etc., que temían que al imponer una religión universal, Felipe II querría convertirse en Monarca Universal.
Además de las pretensiones imperialistas españolas, hubo cuatro personajes que contribuyeron especialmente a la hora de crear la leyenda negra de Felipe II:
Estos personajes no colaboraron directamente, difundiendo propaganda negativa, sino que, debido a sus acciones y a las muertes de algunos de ellos, se calificó a Felipe II de “Demonio del Mediodía”: Se trata de Ana Mendoza de la Cerda, Princesa de Éboli; del secretario de Felipe II, Antonio Pérez; de su hijo, el Príncipe don Carlos y de su tercera esposa, Isabel de Valois.
Se cuenta que el monarca fue amante de la princesa de Éboli, que tuvieron un hijo en común (el segundo de la princesa, llamado Diego) y que, por éso, ésta favoreció en la herencia a este hijo, en contra de su primogénito.
Felipe II fue acusado de la muerte de su hijo, el príncipe don Carlos y de su esposa, Isabel de Valois, ya que se dice que descubrió que eran amantes.
Por último, Antonio Pérez fue exiliado, al descubrir el monarca que éste había ordenado el asesinato de Juan de Escobedo, consejero de don Juan de Austria, hijo natural de Carlos V. El secretario de Felipe II escribió un libro en el exilio, titulado “Relaciones”, en el que criticaba a Felipe II, acusándolo de tirano y adúltero.
Así, todo esto se suma a las rivalidades franco-españolas desde siglos atrás, a la mala fama de España en Italia, debido a las conquistas de Sicilia, Cerdeña y Nápoles, a la competencia de mercaderías y piratería catalana por esa zona y al ambiente que rodeaba al Papa valenciano Alejandro Borja, y como resultado aparece la fama de sensuales e inmorales de que gozaban los españoles y su calificación de raza inferior, ya que la cultura española era una mezcla de culturas, entre europea y africana, con influencias judías e islámicas.
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